Copenhague en Sevilla: Artesanía, sostenibilidad y bolsos con alma

Copenhague en Sevilla: Artesanía, sostenibilidad y bolsos con alma

En un pequeño taller de Sevilla, lejos del bullicio de las grandes capitales de la moda, una firma emergente está redefiniendo lo que significa hacer diseño contemporáneo con raíces. Aunque sus orígenes creativos miraban con cariño hacia el estilo portugués —con sus estampados ricos, texturas y colores—, fue en la sobriedad escandinava, concretamente en el estilo de Copenhague, donde esta marca encontró su verdadero lenguaje.

“Nos encanta el estilo portugués, pero al intentar llevarlo a nuestros productos, el resultado era demasiado caótico. El estilo de Copenhague es más limpio, más coherente con lo que queríamos transmitir”, explican sus fundadoras.

Moda con propósito: del taller a tu día a día

Una de las piedras angulares de esta marca es la calidad de los materiales. La búsqueda de tejidos sostenibles y duraderos no se limita a la teoría: es una labor que se vive con intensidad y compromiso. “Soy yo la que va a buscar los tejidos, los toco, los analizo, visito a los distribuidores. Es una pelea constante, pero necesaria. Además, priorizamos que las telas sean españolas, es parte de nuestro compromiso”.

Esa atención al detalle y al origen de los materiales se extiende también a su filosofía de producción. Cada pieza se confecciona en talleres locales de Sevilla, lo que no solo acorta la cadena de producción, sino que refuerza el sentido de comunidad. “Tener los talleres cerca te permite resolver cualquier problema rápidamente y asegurar que la experiencia del cliente sea impecable”.

Más que bolsos: historias que se llevan al hombro

Desde sus inicios con mantelería hasta convertirse en una firma de bolsos con personalidad propia, cada colección cuenta una historia distinta.

Lanzarote, el primer bolso de la marca, fue concebido para esos momentos después de la playa, cuando te duchas y sales a tomar algo. Un diseño con sabor a verano que, pese a ser icónico, pronto dirá adiós para dar paso a una nueva etapa estética.

Noa, por otro lado, es un bolso de “batalla”. Funcional, versátil y con un toque emocional: está pensado para llevar a un perrito de raza pequeña, como el que formaba parte de la vida de sus creadoras.

Y Coffee Roasters, la colección más personal, nace del pasado barista de una de las fundadoras. “Cada modelo responde a una necesidad distinta que veía en mis compañeras de cafetería. Fue una forma de rendir homenaje a esa etapa de mi vida”.

Slow fashion, embalaje consciente y comunidad

Lejos del frenesí de la moda rápida, esta marca apuesta por el "menos es más". El packaging, hecho con materiales reutilizables, refleja su compromiso ambiental. “No sobrecargamos los pedidos. Creemos que el protagonista debe ser el bolso. Tu pegatina, tu tarjeta y ya. Eso también es sostenibilidad: evitar lo innecesario”.

En cuanto a la comunidad, los talleres que organizan son una forma de abrir su universo a las clientas. “Es muy bonito ver cómo la gente valora más el trabajo cuando lo ve en persona, cuando toca las piezas, cuando entiende el proceso”. En paralelo, aunque su primer pop-up en Sevilla fue pasado por agua, no descartan repetir la experiencia en el futuro con mejor clima.

¿Qué sigue?

Por ahora, no habrá nuevas colecciones este año. Pero sí hay buenas noticias: pronto estarán presentes en una concept store en Madrid, un paso clave para aumentar visibilidad sin perder su esencia local.

Y aunque la expansión europea es algo que ya sucede —gracias a su tienda online—, el enfoque sigue estando en cuidar cada detalle y construir una marca sólida, auténtica y con alma.

Porque en un mundo donde todo va rápido, ellas han decidido ir despacio. Pero con paso firme.